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Por Carlos E. Cué.

Macri y organizaciones de derechos humanos discuten cómo conmemorar la dramática fecha.

España y Argentina son dos planetas en lo que se refiere a su manera de enfrentar la memoria histórica. Si el 18 de julio, día del golpe de Estado de 1936, es una fecha ya irrelevante para el calendario español, en Argentina el 24 de marzo, el día que empezó la última dictadura militar en 1976, es una jornada clave. Desde la época de los Kirchner, ese día es festivo para poder honrar la memoria de las víctimas. Miles de personas salen a la calle a gritar “nunca más”, en los colegios los alumnos hacen trabajos para conocer lo que pasó, los medios de comunicación publican informaciones especiales. El año pasado se cumplieron 40 años y la movilización fue muy importante. La memoria de los desaparecidos, que organizaciones como Abuelas de Plaza de Mayo mantienen viva, es un asunto central de la política argentina, más que en ningún otro país con desgarros similares.

Pero este año el 24 de marzo viene con polémica. Mauricio Macri, que mantiene una relación complicada con las organizaciones de derechos humanos, muy cercanas al kirchnerismo, ha decidido reducir el número de puentes que hay en Argentina. Algunos feriados se pasarán automáticamente al lunes para reordenar el calendario laboral. Y entre ellos está el 24 de marzo, que este año cae en viernes. Las críticas han sido feroces incluso entre personas enfrentadas al kirchnerismo, como Graciela Fernández Meijide, exdiputada y madre de desaparecido.

El feriado será el lunes 27, pero el 24 habrá conmemoraciones en los colegios y en el ámbito oficial trata de suavizar el ministro de Turismo, Gustavo Santos. “Es una provocación. Esta democracia vino porque se derramó mucha sangre, no fue gratis. Duele mucho, indigna”, clama Estela de Carlotto, líder de Abuelas. “Así como admitió otros errores, Macri debería dar marcha atrás y dejar el feriado del 24 de marzo fijo”, remata Victoria Donda, diputada e hija de desaparecidos, que recuperó su identidad en 2003. Macri no ha eliminado el festivo, sería una declaración de guerra. Lo ha desplazado. Pero en Argentina la memoria es un asunto muy serio.