Por Jorge Quispe
En el techo de una de las pequeñas prisiones queda un pedido de auxilio que venció al tiempo: “ASÍ NOS MATARON A 6”, es el mensaje en tablones de madera.
En las entrañas del Ministerio de Gobierno quedan siete celdas de la época dictatorial. Allí, en 2011, se inauguró el Museo de la Memoria; sin embargo, el sitio nunca fue abierto al público. La Razón ingresó a estas cárceles que se encuentran repletas de historia.
En el techo de una de las pequeñas prisiones queda un pedido de auxilio que venció al tiempo: “ASÍ NOS MATARON A 6”, es el mensaje en tablones de madera.
En la misma habitación —ubicada debajo de las oficinas del Ministerio de Gobierno— quedan dibujados cruces y cuadrados con fechas, horas y nombres de prisioneros de la dictadura militar (época que duró desde 1964 hasta 1982).
“Ahí nos aplicaban la ‘picana’ para hacer hablar”, recuerda Julio Llanos, presidente de la Plataforma de Víctimas de la Dictadura. Ese método de suplicio consistía en el empleo de reiteradas descargas de energía eléctrica a los testículos de los detenidos políticos.
La “picana” era uno de los tormentos usados para sacar la verdad que querían oír los militares. Por los pasillos del entonces Ministerio del Interior pasaron los más duros cerebros de las dictaduras.
Por allí anduvo Claudio San Román, uno de los más temidos represores del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) en los años 60; Klaus Barbie Altmann, quien fue parte de la Gestapo alemana y estuvo al lado de los gobiernos militares de Hugo Banzer Suárez y Luis García Meza; y Luis Arce Gómez, el hombre que recomendó a los izquierdistas caminar con el testamento bajo el brazo.
Encuentra la información completa en la edición impresa de La Razón. (18/09/2017)