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Por Luis Eduardo Solarte Pastás

“El olvido está tan lleno de memoria», decía Mario Benedetti”. Y esta frase puede resumir todo el dolor y la angustia que padecen muchas familias al no saber si uno de sus integrantes se encuentra vivo o muerte tras su desaparición forzada.

¿Pero qué es la desaparición forzada? De acuerdo con la resolución 47/133 del 18 de diciembre de 1992 proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, ella se produce siempre que: “se arreste, detenga o traslade contra su voluntad a las personas, o que estas resulten privadas de su libertad de alguna otra forma por agentes gubernamentales de cualquier sector o nivel, por grupos organizados o por particulares que actúan en nombre del gobierno o con su apoyo directo o indirecto, su autorización o su asentimiento, y que luego se niegan a revelar su suerte o el paradero de esas personas o a reconocer que están privadas de la libertad, sustrayéndolas así a la protección de la Ley».

La desaparición forzada se ha tipificado como un crimen de lesa humanidad. Y, por lo general, es y ha sido uno de los macabros mecanismos que caracterizan a las dictaduras o Estados totalitarios para acallar y silenciar las voces de protesta e inconformismo de todos aquellos que siempre han anhelado y luchado por unas condiciones de vida que estén acordes con la dignidad del ser humano.

En Argentina las Madres de la Plaza de Mayo, a pesar de sus años y del dolor de la ausencia reflejada en sus rostros, todavía marchan cada jueves reclamando por la suerte de sus hijos, los cuales desaparecieron en los tiempos de la dictadura militar de Jorge Rafael Videla, en donde se manifiesta que entre 1976-1983 se presentaron unos 30 mil casos. E igual situación se vivió en Chile bajo la dictadura de Augusto Pinochet con más de tres mil personas desaparecidas desde 1973 y hasta1990.

Lastimosamente, Colombia no es la excepción en cuanto a desapariciones forzadas se refiere, no obstante decirse por ciertos politiqueros de turno que aquí se tiene la democracia más antigua de América Latina. La violencia que en sus diferentes modalidades ha vivido y continúa viviendo el país, es la causante para que hoy en día mucha gente no sepa en dónde está y qué paso con la vida de algún familiar o simplemente un amigo.

Pues, así lo demuestra el informe que se acaba de conocer del Centro Nacional de Memoria Histórica y en el que se manifiesta que a partir el año 1970 hasta el 2015 se registran 60.630 personas desaparecidas. “Aunque la mayoría de estos crímenes se perpetraron en décadas pasadas, llama la atención que entre el 2005 y el 2015, de acuerdo con el documento, se denunciaron casi diez mil víctimas”.

Y al hablarse de las regiones del Pacífico, como Valle, Cauca, Nariño y el bajo Putumayo, se afirma que se reportan 4.089 casos. Sin embargo, de este registro en esta sección del país se estaría hablando de que unas dos mil personas se encuentran desaparecidas, si se tiene en cuenta los datos que maneja la Unidad para la Atención y Reparación Integral de las Víctimas de la región.

Según el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica los perpetradores de las desapariciones son los paramilitares, las guerrillas, los grupos posdesmovilización, agentes del Estado y movimientos armados no identificados.

Ante ese desolador panorama, en donde está de por medio el drama por la que atraviesan muchas personas, una cosa queda en claro que jamás las desapariciones se las puede catalogar como “casos aislados”, tal y como acostumbran a decirlo los gobiernos y sus organismos de investigación, sino que ellas se han venido presentando de manera sistemática. ¡Qué horror!.