Este capítulo trágico se grabó en la memoria como ‘La masacre de la calle Harrington’.
El 15 de enero de 1981, hace 36 años, ocho jóvenes de izquierda se reunían en una casa de La Paz. Esa misma tarde de incertidumbre eran asesinados por paramilitares. Eran los días que hoy se recuerdan como la “narcodictadura” de Luis García Meza Tejada y Luis Arce Gómez. Fue solo uno de los muchos crímenes cometidos entonces, por eso urge una Comisión de la Verdad. Eran tiempos de miedo, de toques de queda, de persecución, de paramilitares, de ejecuciones sumarias, de represión, de violaciones a los más básicos derechos humanos. Se había interrumpido un proceso democrático que contaba con un sólido respaldo para desatarse impunemente un terrorismo de Estado que conculcó los derechos más elementales de la ciudadanía.
Bajo ese ambiente de miedo generalizado, el 15 de enero en la tarde, paramilitares ingresaron a la casa de la calle Harrington, en la zona de Sopocachi Alto, donde estaban reunidos los ocho líderes de la dirección clandestina del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Los apresaron, torturaron y asesinaron. El objetivo de aquella reunión era planificar la huelga general indefinida en respuesta a las medidas tomadas por el gobierno de facto en contra del pueblo boliviano. Solo Gloria Ardaya sobrevivió para narrar lo sucedido.
Este capítulo trágico de nuestra historia se grabó en la memoria como “La masacre de la calle Harrington”. Estos ocho militantes asesinados brutalmente bajo la impunidad de los años de dictadura boliviana dejaron una de las semillas fundamentales de la democracia que hoy seguimos construyendo. A 36 años de la dolorosa partida de estos mártires por la democracia, La Razón vuelve a nombrarlos: Artemio Camargo Crespo, dirigente minero; Jorge Baldivieso Menacho, responsable de la Regional de Chuquisaca; Gonzalo Barrón Rondón, responsable del Frente Estudiantil Universitario y dirigente de la CUB; Arcil Menacho Loayza, responsable de la Regional de Pando; Ricardo Navarro Mogro, dirigente del Frente Universitario; José Reyes Carvajal, responsable de la Regional de La Paz; Luis Suárez Guzmán, responsable del Frente Docente-Universitario; Ramiro Velasco Arce, directivo del Colegio de Economistas. Los nombramos porque así hacemos viva nuestra historia y porque al nombrarlos los devolvemos intactos a nuestro presente. Porque nombrándolos tenemos la certeza de que no se han ido.
Hoy nuestros desafíos como sociedad son distintos pero siguen siendo urgentes. Los fantasmas contra los que estos jóvenes luchaban arriesgando su vida siguen recorriendo ciudades y campos: la pobreza, la desigualdad, la injusticia. Pero también su caso y el de decenas de otros como ellos merecen ser esclarecidos; por ello hacemos votos para que el proyecto de ley que crea una Comisión de la Verdad no sea archivado y Bolivia pueda honrar la memoria de quienes lucharon por un mejor país.