“La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”. Milan Kundera
El repudio que ha causado el indulto concedido al expresidente peruano Alberto Fujimori, condenado por crímenes de lesa humanidad, ha demostrado como el tema de la memoria histórica está en el centro de los conflictos políticos y sociales que hoy vive Nuestra América.
La reivindicación de la memoria de las víctimas que han dejado las dictaduras y conflictos en Argentina, Perú o Colombia le da a las luchas y movilizaciones de hoy una perspectiva política y una dimensión ética que pone en cuestión no solo los relatos históricos hegemónicos sino el propio sistema en su conjunto, en la medida en que se reconoce que el crecimiento económico del que se ufanan países como Chile o el propio Perú camina sobre una multitud de cadáveres y cuerpos desaparecidos.
Ante la ausencia de utopías sociales colectivas que nos den una perspectiva de futuro, encontramos en las voces y cantos que nos llegan del pasado una razón y un sentido para seguir empuñando banderas y labrando caminos.
El poder responde negando y relativizando los hechos históricos: La masacre de las Bananeras no existió, los estudiantes de Ayotzinapa desaparecieron incinerados por narcotraficantes en el desierto, los campesinos peruanos asesinados eran todos senderistas. Las razones de Estado lo justifican todo y las víctimas terminan siendo sacrificios necesarios en el altar del crecimiento económico y el capital.
Pero la historia no ha terminado. Los nudos de la memoria empiezan a desenrollarse en la medida en que los pueblos maduran y se reconocen. La memoria duele, como la conciencia; pero es necesaria para desbrozar el camino. En Colombia, en Perú, en México, en Argentina, estamos luchando por recordar de dónde venimos y para donde vamos. En esas luchas nos vamos encontrando…