cronica.com.mx

Por Reyna Paz Avendaño

Entrevista. La novelista cubana dice que la pérdida de la memoria hace que una sociedad cometa los mismos errores cíclicamente. “Ésa es mi teoría: recuperar la memoria, abrir el archivo histórico y trascender esos problemas y enfrentar nuevos problemas sociales pero no arrastrarlos. Los misterios del pasado crean nichos y agujeros negros que nos hacen caer”

Nadia transmite un programa en Radio Ciudad del Sol, en la frecuencia 48.9, ahí cada madrugada habla sobre verdades personales que muchas veces son pensamientos que comparten la mayoría de cubanos, después la protagonista de la novela Nunca fui Primera Dama, escrita por Wendy Guerra (La Habana, 1970), decide ir a París; sin embargo, regresa a la isla con su madre enferma para entender la época en que vivió junto con Celia Sánchez Mandulay, asistente de Fidel Castro.

La autora cubana, que presentó su reciente libro en la edición 31 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, conversó con este diario sobre la importancia de la individualidad, los héroes anónimos y la pérdida de memoria.

—¿Qué representa para ti la radio?

—Cuando vivieron el sismo en la Ciudad de México se dieron cuenta que cuando ya no hay luz, no hay gas y te cortan el agua, te queda la radio de pilas. Nosotros en Cuba hemos vivido un terremoto social donde no hemos tenido recursos, pero la radio es la que nos ha informado de lo que quieren que sepamos que pasa en el mundo.

“La radio es esa voz de la distancia que los solitarios en una isla rodeada de agua y política tenemos para comunicarnos. La radio para mí es una persona secreta que me dice al oído lo que necesito escuchar”, responde.

Nadia asegura, en la novela editada por Alfaguara, que la individualidad le duele porque se está acostumbrado a hablar y vivir en plural, por eso en su programa de radio comparte pensamientos personales como el hecho de que las guerras en las que se han enrolado pertenecen a sus padres y no a la generación posrevolucionaria.

“Se atenta a la individualidad en estados de hacinamiento, por ejemplo, de vivir todos internados, de ir a concentraciones en la plaza, de que las bodas y cumpleaños sean colectivos, de que en hospitales en vez de cuartos sean miles y miles de camas. Creo que debe haber un momento en que uno medite, porque un país que no medita ni piensa, pierde la perspectiva de la intimidad, la cual es muy importante para que el ser humano crezca”, señala Wendy Guerra.

—¿Los héroes han opacado a las personas anónimas?

—Las personas anónimas son los verdaderos héroes. El refugio es saber que tú eres un héroe porque tú eres quien ha decidido solventar, amparar y trabajar en un proyecto personal que tuvo Fidel Castro por cincuenta y tantos años y sigue ahí y que son tus padres y nosotros los que sin proyecto propio hemos solventado y aguantado todo eso.

—¿Hay esperanza en Cuba?

—Me preguntaría ¿hay esperanza en México? Ojalá que sí. Es duro. Estamos viviendo una época en donde Maduro es la izquierda y Trump es la derecha, me pregunto ¿hay esperanza en el mundo? Es una buena pregunta.

En la novela se dice que hay sitios en donde las verdades pueden ser bombas ¿eso es Cuba?

—En todas partes pueden estallar bombas, si ves el caso de Watergate en Estados Unidos; los estudiantes desaparecidos en México; Camilo Cienfuegos en Cuba… nosotros tenemos bombas que trascienden, pero desde el extranjero porque en Cuba no hay eco, hay un control exhaustivo de lo que se publica. Es difícil y complejo pero las bombas dinamizan la sociedad cuando están demasiados cerradas. Son importantes las bombas de noticias.

AGUJEROS HISTÓRICOS. Wendy Guerra comenta que Nunca fui Primera Dama es un regalo a los lectores de su experiencia al salir de Cuba, ya que cuando la protagonista deja la isla para vivir en Francia con un chico de nombre Saúl, éste le critica que los cubanos siempre se victimizan.

“Cuando empecé a escribir yo no sabía qué era un cajero, no conocía la Bolsa de Valores, no sabía qué era la nieve. Nosotros los cubanos vivimos en un occidente muy no occidental. Es el enfrentamiento y choque en comparación con un contemporáneo que toda la vida ha vivido en el capitalismo, que es la vida real del 80 por ciento del planeta. Quería darles a ustedes, lectores, esta experiencia única en mi libro”, indica.

—¿Qué tanto de autobiográfico hay en Nadia?

—Hay un movimiento que se llama autoficción, no me gustan los movimientos pero es evidente que toda mi generación trabaja con diarios propios, con una voz propia y se desprende de eso el fenómeno contemporáneo de ir robando y robando de la vida de tus iguales para conformar una estructura. Pero hay una columna vertebral, un contexto, una manera de mirar la vida de un universo aparentemente occidental detenido en los años cincuenta. Nadia y yo compartimos el apellido y muchas cosas a nivel sensorial y de referente histórico.

Sobre la memoria, Wendy Guerra precisa que la madre de Nadia es la patria y ésta ha perdido la memoria, un problema que padecen las actuales sociedades.

“Aquí en México nadie recuerda porqué hay tanto estudiante desaparecido, nadie recuerda el 68, la pérdida de la memoria hace que una sociedad cometa los mismos errores cíclicamente. Ésa es mi teoría: recuperar la memoria, abrir el archivo histórico y trascender esos problemas y enfrentar nuevos problemas sociales pero no arrastrarlos. Los misterios del pasado crean nichos y agujeros negros que nos hacen caer”, opina.

Po último, la autora señala que la figura de la mujer en la política cubana es nula. “No somos primeras damas, no hay una presencia femenina en la Cuba de hoy. Le pago a quien me diga el nombre de una mujer que recuerde entre los líderes cubanos, nunca ha habido primera dama en Cuba”.